UNA HABITACIÓN PROPIA

“Una habitación propia” tituló Virginia Woolf (1882-1941) el ensayo que publicó por primera vez en 1929, basado en las conferencias que, un año antes, había dado en la Universidad de Cambridge. La tesis del libro se ha identificado con la frase: «Démosle [a la mujer] una habitación propia y quinientas libras al año”.

Ha pasado el tiempo y más allá de los notables progresos de las mujeres en lo social, profesional, político, en lo público y en lo privado, las mujeres siguen necesitando de una “habitación propia”, un espacio, en el ámbito doméstico, que les permita tener un territorio que sea identificable, para ellas mismas y para su entorno, como “su” espacio.

Por lo general, ese espacio femenino es un tanto improvisado, un rincón, entre otros espacios, del que la mujer se apropia sin apartarse del resto de funcionalidades de la casa. Si sumamos a ello que las dimensiones de algunas casas son pequeñas, la “habitación propia” se convierte apenas en un reducto. Sin embargo, y en la época del tele-trabajo –o el trabajo a distancia-, al que tantas mujeres se han adherido, hay que dar su justo lugar a este espacio.

Desde el concepto del diseño de interior y más allá de limitaciones diversas –algunas culturales, otras espaciales, etc.-, siempre es posible que, de un modo u otro, se defina la “habitación propia” y que sea un espacio funcional y atractivo, en el que usos y estética vayan de la mano.

Así pues, un buen diseño del espacio de trabajo debe tomar en consideración estética y estilo, pero también la disposición de los distintos elementos o componentes que lo integran para garantizar un uso confortable, eficaz y seguro del mismo.

Tal como destaca la profesora de Diseño Maria de la Concepción Cueva Tazzer – http://bit.ly/2nZlEGR -, para llevar a cabo el diseño se tendrán en cuenta, además de la luz, la acústica o la temperatura, 5 principios básicos:

  • Principio de importancia: o cómo facilitar que se localicen de manera conveniente los distintos componentes
  • Principio de secuencia de uso: o cómo facilitar las secuencias de uso de los componentes.
  • Principio temporal: o disposición de los componentes respetando la secuencia temporal de su uso.
  • Principio funcional: o agrupamiento de los componentes según su función.
  • Principio de frecuencia de uso: o cómo respetar, en la disposición de lo componentes, la regularidad de su empleo.

Incluso un pequeño espacio reservado para las actividad personal y/o profesional, una “habitación propia”, además de ser un lugar excepcionalmente valioso en todos los órdenes –también en el psicológico-, puede ser un lugar excepcionalmente hermoso y funcional: un espacio singular, personal y eficaz.

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